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POLARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD DEMOCRÁTICA

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Cuando el conocido intelectual norteamericano Samuel Huntington escribió en 1991, “La Tercera Ola: la democratización al final del Siglo XX”, el mundo ya se encontraba en pleno proceso de cambio democrático. Todo iba de maravillas para quienes pensamos que la democracia es el mejor sistema de gobierno. Sin embargo, a inicios del nuevo milenio llegó un movimiento reaccionario que instauró a líderes políticos con mentalidades autocráticas.  El sistema democrático entró en crisis alrededor del mundo.

Este proceso antidemocrático se acrecentó con la reinstitucionalización de la autocracia en Rusia y China, cuyos gobiernos se convirtieron en una opción política en diversos rincones del mundo. Turquía, Venezuela y Siria lograron imitar a esas dos potencias mundiales y sus líderes encaminaron a sus respectivas poblaciones por la senda de la autocracia.  Otros países como Bolivia, Ecuador y Perú trataron este camino, pero no tuvieron éxito. El problema de la democracia tuvo su peor traspié con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.  De no haber sido porque Estados Unidos tiene instituciones democracias sólidas y un sistema electoral que no se doblega fácilmente al autoritarismo, la democracia estadounidense hubiese sido un cuento del pasado. Trump hizo todo lo posible, incluyendo un Golpe de Estado (el 6 de enero de este año) para arrollar a la democracia e instalar un gobierno autocrático.

Huntington tuvo una mirada profética a lo que ocurrió en nuestro país durante los últimos cinco años.  Antes de su muerte publicó su último libro: “El Choque de las civilizaciones y la reconfiguración del Orden Mundial”.  En esta obra sostiene que la cultura y/o los rasgos culturales de las poblaciones son uno de los peores enemigos de la democracia liberal.

En parte, Huntington tiene razón.  Por ejemplo, en algunos países del llamado medio y lejano oriente, la religión musulmana es un impedimento para las instituciones democráticas, las cuales permitan el voto universal, incluyendo el de las mujeres.

Sin embargo, en algunos países de América Latina, la cultura es un elemento que profundiza la participación social en los procesos democráticos.  En tanto que la polarización de la sociedad –entre izquierdistas y derechistas— es un factor que ha debilitado notablemente este tipo de instituciones políticas. Algunos líderes como Trump en Estados Unidos, Uribe en Colombia, Evo Morales en Bolivia, Nicolás Maduro en Venezuela y ahora Pedro Castillo en Perú, han utilizado a la polarización de la sociedad como un instrumento de apoyo para lograr objetivos egocentristas. Estados Unidos y los países de América Latina deben evitar este tipo de liderazgos y, por el contrario, deben fomentar líderes que proponen unidad, tolerancia política y una democracia institucionalizada.

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