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Perdiendo la guerra de “la protección”.

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Usarlo o no usarlo e allí el dilema… Esto no debiera ser, pero sucede! Cierto es que por lo general es ella quien lo pide y él quien se resiste, sin embargo no siempre es así, como en este caso:

Usarlo o no usarlo e allí el dilema… Esto no debiera ser, pero sucede! Cierto es que por lo general es ella quien lo pide y él quien se resiste, sin embargo no siempre es así, como en este caso: Era la cuarta vez que salíamos juntos, comenta Alberto C. quien narra su experiencia. La película que rentaron había terminado, y él por fin había convencido a su novia para que viajara del sofá al dormitorio. Sonido de cremalleras, chasquillos, gemidos. Sólo faltaba escuchar abrirse el paquete de condones. Cuando trató de alcanzar los que guarda en el librero, ella murmuró: “Estoy tomando la píldora” Alberto acepta que fue débil, pero es que los jadeos de ella bastaron para hacerlo desistir. “Sé que hay que protegerse, sé que estamos en pleno siglo XXI, y que el camino al infierno está lleno de paquetes de condones sin abrir. Es cierto que no era la primera vez que yo violaba mi decisión. Pero deben darme cierto mérito: soy un raro miembro del género masculino que siempre tiene condones y está dispuesto a usarlos. Y no soy el único”, señala Alberto.

Miguel, con quien yo compartía el apartamento, llegó una vez después de pasar la noche con una nueva novia. Tiró un paquete de condones sin abrir en la mesa. “¿No tuviste suerte?”, Le pregunté. “Está tomando la píldora”, me dijo, “y yo no voy a explicarle por qué voy a usar condones a una mujer que dice que no es necesario”. Yo lo entiendo. He salido con más de una chica a la que no le haya agradado la idea de usar condones si ella estaba usando otro anticonceptivo.

Una incluso me dijo “¿Piensas que estoy sucia?” Y ése es un callejón sin salida. Cuando le he explicado que es tanto para mi protección como la suya, la pregunta ha sido entonces si soy yo el sucio. En un instante, todo mi pasado sexual se somete a un escrutinio bajo microscopio. Supongo que ninguna otra cosa hace que el hombre se encoja tan rápido como una babosa. También están las mujeres que piensan que no existen hombres dispuestos a ponerse el gorro… Pero sí existen. Mi primer paquete de 12 condones me lo entregó mi padre cuando tuvimos “la conversación”. Claro, como todo niño de 13 años que se respete, los llené de agua y se los lancé a mis primos. Pero se me quedó fija la idea.

De adolescente llevaba uno en mi billetera, como una especie de amuleto de látex; tenía la esperanza de que algún día tendría la suerte de usarlo realmente. Ahora guardo los condones que compro, en mis sesiones de optimismo, en la gaveta de mis calcetines; en el bolsillo lateral de mi bolso del gimnasio; en la guantera del auto, junto a los documentos de la matrícula, el seguro y las servilletas de McDonald’s; e incluso, después de recoger de prisa el apartamento antes de una visita de mi madre, en una gaveta del refrigerador. A pesar de lo que parecen pensar muchas mujeres, la mayoría de mis amigos y yo coincidimos en que los condones son tan imprescindibles para una cita prometedora como una tarjeta de crédito, un cepillo de dientes y unos calzoncillos limpios (preferiblemente sin personajes de dibujos animados o corazoncitos).

Hacemos grandes esfuerzos por conseguirlos. En realidad, nunca he dado un paso importante sin mi armadura como respaldo. “Es propio de un caballero”, aseguró mi abuela cuando se me cayó un condón del bolsillo, frente a ella. Así que, en nombre de todos los hombres, les pido ayuda: para decidir no usar condones, hay que cantar a dúo. Yo tengo intenciones de protegerme, pero mi voluntad es muy débil para desenrollar la goma sin tu ayuda. “Si vas a entrar, tienes que hacerlo protegido”.

Creo que debería ser parte del protocolo de las citas; nos conocemos, nos gustamos, nos hacemos gritar. Pero usaremos condones hasta que, quizás de aquí a seis meses, decidamos estar juntos un tiempo más. Entonces, como señal de compromiso, iremos tomados de la mano a una clínica a hacernos los análisis. El día feliz en que recibamos los resultados negativos, nos iremos al cuarto y le daremos candela a la goma. Después, cuando yo esté solo, jugaré con los condones restantes llenos de agua. El usar el famoso gorro, como protección puede prevenir en un futuro tener serios, muy serios problemas, tener en cuenta esto puede evitarlos.

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