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El Tigre de Santa Julia

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Probablemente usted jamás haya escuchado de este personaje y mucho menos la frase que a él se refiere. Y para quienes no sepan de qué se trata, hoy les narraremos la increíble y curiosa historia de es

Probablemente usted jamás haya escuchado de este personaje y mucho menos la frase que a él se refiere. Y para quienes no sepan de qué se trata, hoy les narraremos la increíble y curiosa historia de este singular hombre. Empezaremos por decir que Santa Julia, es uno de los llamados ‘barrios bravos’ de la ciudad de México. Este lugar logró su fama, entre otras cosas, gracias a José de Jesús Negrete Medina, a quien sus contemporáneos apodaban el Tigre.

José de Jesús Negrete fue un peligroso y astuto bandido que mantuvo en jaque a la sociedad de su tiempo; pero, ¿sabía usted que únicamente pudieron agarrarlo detrás de unos matorrales, cuando estaba con los pantalones abajo de las rodillas? José de Jesús nació a principios del mes de agosto de 1873. Hijo del hacendado José Guadalupe Negrete y de Luisa Medina, pero tal parece que su mala estrella comenzó desde el primer momento en que vio la luz, pues su madre murió durante el mismo parto.

Esto, que no debió haber pasado a mayores, provocó que su padre lo culpara diciendo que no era hijo suyo, sino un monstruo capaz de causar la muerte de su misma madre.

NACE EL TIGRE

Este rechazo de su padre y la falta de progenitora, dieron lugar a que José de Jesús se convirtiera en un hombre retraído y rencoroso hacia la gente, que lo insultaba por haber “matado” a su madre. Como una forma de protesta, J. J. se fue convirtiendo en un hombre desobligado. Por si fuera p co, tomó gran afición por el pulque  (bebida embriagante hecha a base de la fermentación del aguamiel) y las mujeres. Pero como para gozar tales lujos necesitaba dinero, lo cual él no tenía, sólo le quedaba una única salida: obtenerlo de manera ilícita, por medio del robo.

Fue así como José de Jesús Negrete comenzó a asaltar a personajes adinerados. Y a pesar de su mala alimentación, era tanta su fuerza y era tal la fiereza en sus ojos y la astucia para escapar, que la gente empezó a conocerlo como “El Tigre”. Por algún tiempo durante principios del siglo XX, fue el azote de adinerados y hasta del gobierno mismo, pero no obstante sus “buenas” características, su “oficio” de malandrín no habría de durar toda la vida, pues la policía comenzó a urdir una trampa para  capturar a tan escurridizo tipo y así poner fin a las constantes quejas concernientes a sus fechorías.

LA HISTORIA SE REPITE… ¡UNA MUJER!

Para su desgracia, el Tigre era un hombre de rutinas. Luego de cada asalto solía visitar a su amante. De esta forma, cuando la policía descubrió el nombre de la mujer, la visitaron y la amenazaron para que cooperara, o de lo contrario sería encarcelada por complicidad. Asustada, la mujer accedió a hacer lo que le pedían. La trágica noche de la traición, conforme a lo esperado, tras un pequeño hurto, el Tigre fue a visitar a su amante, quien le dio de cenar un abundante plato de mole; y cuando estaba en el momento más sabroso de la comida, apareció la policía con intenciones de capturarlo.  El Tigre, que había escapado una y otra vez de situaciones semejantes, salió huyendo. Conocía todos los vericuetos y atajos del barrio, así que no sería difícil perderlos de vista.

UN TIGRE CON CARA DE LEÓN

Por su parte la policía, que ya había imaginado que el Tigre lograría escapar, no se preocupó demasiado porque huyera entre las sombras, pues aún faltaba la segunda parte del plan. ¿Qué había pasado? Sucede que la amante, siguiendo las instrucciones de la policía, había agregado en el mole una gran dosis de purgante, con lo cual se aseguraban de que el famoso Tigre hiciera “paradas obligatorias”. De esta forma, cuando la policía a los pocos minutos de la huida empezó a buscarlo, encontró indefenso y sin casi poder moverse a José de Jesús Negrete, el temible Tigre de Santa Julia… El pobrecito sufría de tremendos ‘retortijones’ y tras unos arbustos, estaba, con los pantalones abajo, haciendo sus necesidades.

De ahí proviene el popular dicho de: “Lo agarraron como al Tigre de Santa Julia… ¡con los calzones en la mano!”. Y Créanlo o No… ¡Así Fue!!!

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