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CONDUCTAS DE VIOLENCIA: ¿CÓMO PREVENIRLAS?

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Los hijos son el reflejo de nuestros actos. Por eso debemos transmitirles mensajes positivos, tanto verbales como físicos, para que cuando sean adultos, sean personas de bien…

Cuando los hijos son pequeños, ciertas conductas como rabietas, puntapiés, gritos, mordidas etc., suelen tomarse como algo normal de su edad y hasta resulta gracioso para algunos padres.  No obstante, de no ser tratados con seriedad, estos comportamientos pudieran empeorar conforme pasa el tiempo y hasta pudieran llegar a convertir en Conductas Violentas.

Los niños son más listos de lo que usted cree, y fomentar buenos hábitos de comportamiento a una edad temprana, es lo mejor que puede hacer! 

PREVINIENDO LA VIOLENCIA

La prevención de conductas violentas debe comenzar en la primera infancia, cuando el niño no es más que un bebé. Es una labor compleja, que pasa por el desarrollo de la confianza del niño en sí mismo y en los demás, que la familia puede llevar a cabo con eficacia, aportando confianza, atención y empatía.

Pero, para cumplir adecuadamente su función, los padres y las madres tienen que proporcionar a sus hijos tres condiciones básicas:

  • Un cuidado atento y adecuado a las cambiantes necesidades de seguridad y autonomía que experimentan los niños con la edad.
  • Una relación afectiva cálida, que les proporcione seguridad sin protegerlos en exceso.
  • Una disciplina consistente, pero sin caer en el autoritarismo ni en la negligencia, que los ayude a respetar ciertos límites y aprender a controlar su propia conducta.

Conviene tener en cuenta, sin embargo, que se trata de una tarea muy compleja, que es preciso ir adaptando en función de los cambios sociales y de los cambios que los niños y niñas experimentan con la edad, y que se desempeña mucho mejor cuando se lleva a cabo como una responsabilidad compartida.

PAUTAS PARA LA PRIMERA INFANCIA

Los estudios realizados sobre este tema sitúan en torno a los tres años, el comienzo de las diferencias individuales respecto a la conducta agresiva. A esta edad, los niños empiezan a manifestar comportamientos agresivos con una frecuencia superior a las niñas. Estas diferencias surgen como resultado de los modelos y expectativas básicos desarrollados con anterioridad y a través de los cuales puede prevenirse la violencia.

Los siguientes principios básicos que se resumen a continuación le ayudarán a conseguirlo…:

  • Responder a las demandas de atención del niño con sensibilidad y coherencia le ayudará a desarrollar un sentido de comprensión, basado en la confianza en sí mismo y en los demás. Cuando se atiende con sensibilidad y rapidez el llanto de un bebé, se favorece su seguridad, transmitiéndole la idea de que cuando una persona necesita ayuda puede pedirla y obtenerla. Ésta es una de las lecciones más importantes que pueden aprenderse durante el primer año de vida.
  • Transmitir mensajes positivos. Los pequeños necesitan ayuda para afrontar las dificultades (el miedo, la incertidumbre, la frustración…) y suelen aprender los mensajes que escuchan de los adultos en dichas situaciones.
  • Desarrollar contextos y rutinas de comunicación en los que el adulto esté dedicado exclusivamente a compartir la actividad con el niño o la niña, como los juegos o los cuentos.  La repetición de las historias y su utilización como punto de partida para una conversación tranquila entre el adulto y el niño, en la que éste pueda expresar todo lo que siente y encontrar las respuestas adecuadas.
  • Anticiparse a conductas agresivas o rabietas y favorecer alternativas, en situaciones como las que se originan cuando el adulto está dedicado al hermano menor y el mayor trata de conseguir su atención a través de conductas negativas. Para prevenirlo conviene (como sucede en edades posteriores), haciendo que se sienta importante y eficaz en esos momentos.
  • Y lo más importante, compartir la responsabilidad de educar, entre el padre y la madre, ya que esto incrementa las posibilidades de que el niño o niña, encuentren en la familia el conjunto de condiciones necesarias para su buen desarrollo. Y es que como hemos dicho en otras ocasiones, la familia, es la llave del éxito en el futuro de nuestros los hijos!
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